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Qué entendemos por “razonamiento” en IA y cómo estabilizarlo

Cómo entender el “razonamiento” en IA, qué implica para riesgo, calidad y ROI, y qué pasos concretos ayudan a estabilizar agentes en tu organización.

La palabra “razonamiento” se usa con frecuencia cuando hablamos de Inteligencia Artificial, pero la mayoría de las veces se da por hecho que todas las personas entienden lo mismo. Sin embargo, cuando hablamos de modelos de IA, la palabra razonamiento describe algo que en realidad funciona bajo reglas completamente diferentes.

No es lo mismo el ‘razonamiento’ de una IA que el de un ser humano. El problema es que casi nunca nos detenemos a definir esta diferencia ni cómo se traduce en riesgo y ROI. Una iniciativa puede presentarse como IA que razona sobre transacciones, historias clínicas o backlogs, y al mismo tiempo apoyarse en criterios poco claros, sin métricas sólidas ni límites de uso bien definidos.

Desde el punto de vista de las empresas y organizaciones, esto abre preguntas incómodas: ¿en qué decisiones estamos dejando que el modelo influya? ¿Qué entendemos por ‘razonar bien’ en cada caso de uso? ¿Y cómo vamos a saber si el comportamiento del sistema sigue siendo aceptable cuando cambian los datos, las reglas o el contexto de negocio?

En este artículo, te ofrecemos un marco para comprender qué hace realmente el modelo cuando decimos que razona y qué implica eso para las decisiones que tomamos en banca, salud, RRHH, retail, desarrollo de software y otros sectores.

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Razonamiento humano vs razonamiento de modelo

Entender estas diferencias nos permite ajustar expectativas y diseñar guardrails más efectivos.

AspectoHumanosModelos
BaseCriterios + experiencia propiaPatrones en los datos con los que fueron entrenados
ConsistenciaBastante estables en contextos similaresMuy sensibles a pequeños cambios en el contexto
ProfundidadBuscamos causas, efectos y consecuenciasResponden hasta donde alcanza el patrón aprendido
ContextoSumamos lo que sabemos de la situaciónNecesitan que se lo contemos de forma explícita
AtenciónElegimos a qué prestar atenciónPueden mezclar temas y perder foco según cómo esté escrito el prompt
ErroresPodemos revisarlos y corregirlos a concienciaPueden sonar correctos aunque no lo sean
TrazabilidadPodemos contar cómo llegamos a una decisiónSolo se ve el resultado, salvo que pidamos y registremos los pasos
VariaciónCambiamos de idea cuando tenemos un motivo claroPueden responder distinto aunque el cambio de entrada sea mínimo

Cómo procesan la información realmente los modelos

Los modelos no piensan, interpretan ni infieren como lo hacemos las personas. Lo que hacen es predecir el siguiente token, una unidad mínima de texto que puede ser una palabra, parte de una palabra o un símbolo, a partir de patrones aprendidos.

Cuando reciben un input, activan patrones que aprendieron durante el entrenamiento, los combinan en un molde estadístico y generan una salida que intenta conservar coherencia con el contexto.

Visto desde afuera, ese proceso puede parecer razonamiento, dado que vemos textos ordenados, explicaciones extensas y conclusiones que suenan a criterio experto. Pero en realidad se trata de una reconstrucción probabilística guiada por su entrenamiento y por las instrucciones que le damos, no de comprensión del mundo ni de experiencia propia.

Esta diferencia define el tipo de decisiones que podemos apoyar con estos modelos, cómo debemos acotar su uso y qué controles necesitamos alrededor. Entender a qué llamamos razonamiento en IA es el primer paso para decidir dónde aporta valor real, dónde introduce riesgo y qué le vamos a exigir en cada iniciativa.

Para aterrizar la idea de razonamiento en algo observable, presentamos un caso en banca donde incorporamos un agente basado en IA.

Caso real en banca: un agente que prioriza alertas de riesgo

En este ejemplo, mostramos paso a paso cómo un agente organiza datos dispersos, aplica criterios de riesgo definidos por el banco y llega a una propuesta de acción que podemos evaluar y ajustar.

El equipo de monitoreo de uno de nuestros clientes de banca recibía miles de alertas diarias por operaciones inusuales. Las herramientas existentes lograban detectar comportamientos atípicos, pero el volumen hacía difícil concentrar la atención en los casos más relevantes. 

En ese contexto, diseñamos e incorporamos un agente basado en IA dentro del flujo de alertas, con el rol de ordenar la información, proponer una lectura inicial del riesgo y facilitar el trabajo del equipo.

Qué información toma el agente en cada alerta

Para cada nueva alerta, el agente reúne automáticamente:

  • Datos de la operación: monto, canal, país, tipo de comercio.
  • Historial reciente del cliente y patrones habituales de uso.
  • Alertas anteriores asociadas a esa cuenta y su resolución.
  • Reglas internas que se activaron en ese caso.
  • Fragmentos de políticas y criterios de riesgo del banco.

Con este conjunto de elementos, el agente construye el contexto sobre el cual va a trabajar.

Qué entrega el agente al equipo de analistas

A partir de ese contexto, el agente genera tres salidas visibles en la herramienta del banco:

  • Un resumen breve del caso, en lenguaje claro.
  • Una sugerencia de prioridad (alta, media o baja), alineada con los criterios definidos por el área de riesgo.
  • Una recomendación de siguiente paso: revisar de inmediato, solicitar información adicional o mantener bajo monitoreo.

Cada alerta llega así con una primera lectura estructurada y una propuesta concreta de acción.

Dónde aparece el “razonamiento” del agente

En este escenario, el razonamiento del agente se expresa en cómo:

  • Elige qué datos destacar para describir el caso.
  • Relaciona el comportamiento del cliente con las políticas internas y el historial.
  • Aplica los criterios de riesgo para convertir esa lectura en una combinación de prioridad + acción sugerida.

En otras palabras, el agente transforma señales dispersas en una decisión propuesta, coherente con el marco de riesgo del banco y abierta a revisión humana.

Qué cambió a partir de la implementación

Desde que el agente se integró al flujo de alertas, el banco observó cambios concretos:

  • Más tiempo disponible para analizar en profundidad los casos realmente críticos.
  • Menos esfuerzo invertido en alertas de bajo impacto.
  • Mejor trazabilidad sobre cómo se llegó a cada decisión frente a una operación inusual.

En este escenario, entendemos por razonamiento del agente el proceso completo por el cual toma datos dispersos, los ordena según criterios de riesgo del banco y los transforma en una propuesta concreta de acción. 

Ese comportamiento se puede describir (qué información usa y cómo la combina), observar (qué prioridades y recomendaciones genera en distintos tipos de casos) y ajustar (qué ejemplos, políticas y límites incorporamos).

Al tratar el razonamiento como un patrón diseñable y medible, la dirección del banco gana una base más sólida para decidir hasta dónde delegar, qué controles mantener y qué impacto esperar.

Qué miramos cuando decimos que un agente “razona”

A partir del caso de banca, podemos desarmar el razonamiento del agente en tres partes muy concretas. Estas tres piezas se repiten en otros contextos: salud, seguros, retail, delivery de software, RR.HH.

1. La información que el agente tiene delante

Primero está todo lo que el agente ve cuando entra en acción.

En el caso del banco, son:

  • Datos de la operación
  • Historial del cliente
  • Alertas anteriores
  • Reglas que se activaron
  • Criterios de riesgo del banco

En otras industrias, cambia el contenido, pero la lógica es la misma:
– En salud serán estudios y antecedentes
– En software serán issues, cambios de código y métricas
– En RR.HH, serán evaluaciones, feedback y políticas internas

Esta “mesa de trabajo” define con qué piezas va a construir su propuesta.

2. Los criterios que usa para ordenar esa información

Después vienen las lentes con las que mira esos datos. En el banco, el agente trabaja con:

  • Políticas de riesgo definidas por cumplimiento
  • Umbrales de monto, frecuencia, países, tipos de operaciones
  • Ejemplos de casos típicos y casos críticos, preparados junto al equipo

Esas lentes se pueden expresar como reglas, como ejemplos anotados, o como una mezcla de ambas dentro de las instrucciones que les brindamos a los agentes. En otros contextos, las lentes son guías clínicas, objetivos de negocio, políticas de equidad, acuerdos de nivel de servicio, todos parámetros que los agentes necesitan conocer para poder actuar de la forma en que se espera.

3. La forma en que convierte todo eso en una salida

Por último, está lo que el agente devuelve de forma consistente. En el banco, lo vemos en tres cosas:

  • El resumen que ofrece
  • El nivel de prioridad que asigna
  • La acción que propone como siguiente paso

En otros sectores puede ser una clasificación, una recomendación, una lista ordenada, un score, o una combinación de todo eso. 

En esta parte miramos el patrón de comportamiento:
– Qué tipo de salidas genera
– Cómo se repiten ante casos parecidos
– Cuánto se alinean con el criterio de especialistas
– Qué efecto tienen en tiempos, carga de trabajo y calidad de servicio

En definitiva, cuando hablamos de razonamiento de un agente en una empresa, hablamos de estas tres piezas juntas: qué información tiene delante, qué criterios aplica y qué tipo de salidas produce de forma estable.

Con este mapa, podemos pasar a preguntas más útiles: ¿qué queremos que vea?, ¿con qué lentes? y ¿qué patrón de respuesta nos sirve para el tipo de decisiones que toca?

Qué buscamos realmente: razonamiento estable

Cuando hablamos de razonamiento en IA, en realidad lo que necesitamos es estabilidad. Que el modelo siga un criterio interno reconocible, que tome decisiones de forma parecida cuando se enfrenta a situaciones similares y no cambie de rumbo por detalles mínimos en el input

Esa estabilidad convierte las salidas del modelo en algo que podemos revisar, auditar, comparar en el tiempo, integrar con otros sistemas y, de a poco, empezar a delegar sin generar más trabajo del que resuelve.

Cuando contamos con un agente con razonamiento estable, sabemos qué puede hacer, qué no, cómo se comporta bajo ciertas condiciones y qué margen de variación vamos a aceptar. Para equipos de ingeniería y dirección, esa previsibilidad marca la diferencia porque permite tomar decisiones sobre riesgo, inversión y automatización apoyados en patrones observables, y no en demos aisladas que salieron bien “una vez”.

Un ejemplo sencillo para comprender esto podría ser pedirle a un agente que nos ayude con historias de usuario. No alcanza con decirle “crea historias de usuario”. Cada equipo tiene su manera de hacerlo: formato, nivel de detalle, criterios de aceptación, lenguaje, reglas de negocio, restricciones técnicas. Si no decimos cómo queremos que sean, el razonamiento se vuelve inestable e inconsistente.

Cómo estabilizamos el razonamiento

Para lograr estabilizar el razonamiento de un agente, es fundamental determinar en sus instrucciones qué tarea cumple, con qué información trabaja, qué reglas respeta, qué nivel de detalle se espera y cómo se integra con otras herramientas.

1. Definir con claridad el rol del agente

Especificar qué hace y qué no hace. Cuanto más nítido es el rol, más fácil es entender qué tipo de razonamiento esperamos y qué no entra en su ámbito. Por ejemplo:

  • “Este agente propone una primera versión de historias de usuario a partir de requerimientos de negocio”.
  • “No prioriza, no estima esfuerzo y no modifica decisiones técnicas ya tomadas”.

2. Describir el contexto del dominio

  • Indicar en qué industria trabaja el agente: banca, salud, RR.HH., e-commerce, desarrollo de software interno.
  • Aclarar qué tipo de usuarios intervienen, qué sistemas están en juego y qué objetivos tiene el área.
  • Un contexto bien descrito ayuda a que el agente conecte mejor la información y mantenga una línea de razonamiento coherente con la realidad del negocio.

3. Acordar cómo debe verse el output

Definir el formato de salida antes de poner el agente en producción. Por ejemplo, para historias de usuario:

  • Estructura: “Como [tipo de usuario] quiero [acción] para [resultado]”.
  • Campos adicionales: criterios de aceptación, restricciones, impactos.
  • Estilo: lenguaje claro y términos habituales en la organización.

 4. Explicitar criterios, reglas y limitaciones
Trasladar a texto las decisiones que hoy viven en la cabeza del equipo:

  • Criterios de negocio: qué es prioridad alta, qué es riesgo aceptable, qué nunca se aprueba.
  • Reglas de diseño: qué se considera una buena historia, un buen resumen, una alerta bien justificada.
  • Limitaciones: temas que el agente no debe tocar, decisiones que siempre requieren validación humana.

Estos elementos funcionan como guía, ya que orientan el razonamiento del agente y acotan el espacio de decisiones posibles.

5. Definir el nivel de razonamiento esperado
Aclarar qué tipo de trabajo queremos que haga el agente con la información, con ejemplos muy concretos. Por ejemplo:

  • Reorganizar información:
    “Tomar notas desordenadas de una reunión y devolver un resumen claro, con decisiones, responsables y próximos pasos”.
  • Aplicar reglas simples:
    “Leer un ticket y sugerir si va a soporte de primer nivel o de segundo nivel, según una lista de criterios definida por el equipo”.
  • Detectar patrones básicos:
    “Leer varias reseñas de clientes y agruparlas en 3 temas principales”.
  • Proponer opciones acotadas:
    “A partir de una idea de funcionalidad, proponer tres historias de usuario posibles siguiendo nuestro formato estándar”.

Esto ayuda a no pedirle al agente cosas vagas como “analizar”, “entender” o “decidir bien”, y a mantenerlo dentro de un nivel de razonamiento que el modelo puede sostener de forma más estable.

6. Integrar herramientas y fuentes de información de forma explícita
Aclarar los recursos que puede utilizar y para qué. Por ejemplo:

  • “Antes de responder sobre un ticket, consulta el CRM, el sistema de soporte y la base de conocimiento interna”.
  • “Para priorizar historias, mira el board de producto y las métricas de uso, no solo el texto del requerimiento”.

También conviene definir qué hace cuando le falta información:

  • Pedir datos concretos con frases claras y específicas. Por ejemplo: “Me falta el tipo de cliente para seguir”.
  • Marcar el caso como incompleto.

Cuando el agente sabe a qué sistemas puede ir y qué hacer si algo falta, reduce respuestas basadas en intuiciones del modelo y se apoya más en datos reales de la organización.

7. Diseñar prompts y políticas como artefactos versionados
Tratar el diseño del agente igual que tratamos el código. Eso implica:

  • Guardar versiones de prompts y configuraciones (v1, v2, v3…).
  • Anotar qué cambió y por qué: “Agregamos tal regla”, “Quitamos tal restricción”.
  • Probar siempre con el mismo set de ejemplos antes y después de cada cambio.

De esta manera, podemos comparar comportamientos y ver si el agente se volvió más estable o empezó a responder de forma inesperada en algunos casos. El razonamiento no cambia misteriosamente, sino de manera que podemos seguir y ajustar.

8. Validar de manera continua con el equipo experto
No alcanza con que el agente “suene bien”. Es necesario que personas que conocen el tema digan lo revisen y validen.

Algunas prácticas útiles:

  • Revisar salidas con quienes trabajan el día a día: producto, riesgo, clínica, operaciones o people.
  • Usar ejemplos reales y preguntar:
    “¿Esta recomendación es razonable?”
    “¿Qué cambiarías?”
    “¿Qué no debería decir nunca un agente nuestro?”

Esa validación conecta el diseño del agente con la práctica real del negocio y ayuda a ajustar el razonamiento para que acompañe decisiones concretas.

Cierre

Si queremos que la IA sea parte de nuestros procesos y no un experimento aislado, necesitamos entender qué significa razonamiento para un modelo y qué lugar ocupa en nuestras decisiones. 

Cuando dejamos de esperar que piense como una persona y empezamos a diseñar por estabilidad, el comportamiento se vuelve más predecible y los resultados, más consistentes. 

A partir de ahí, la IA comienza a ser una gran aliada. Ayuda a reducir el riesgo a un nivel gestionable y nos permite hablar de ROI con datos en lugar de con demos que salieron bien una vez.

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